Cuernos de asesor
Hoy en día, todo lo que
constituye el panorama actual, en la sociología, la política y la democracia,
resulta ser todo ello, la negación del arte, ya no se persigue, ni existe, un
culto a la belleza, y sobre todo, porque ya no esculpimos, el cuerpo y la mente
con una educación sabia.
Por ejemplo, la
tauromaquia, es la representación de una poesía gestual, y la poesía es una
planta delicada; necesita un medio favorable, para florecer, pero este medio, le
será negado de una manera más terminante, a medida de una absurda censura, por
falta de cultura y conocimiento, siendo esta, una de tantas razones; en la realidad,
los humanos, van perdiendo la cultura, es decir la civilización, a pesar del patente
esmero, con el cuidado de la belleza, y el genio para producirla.
Qué bien sería, si se subvencionara
una “cocapitalidad”, con el histórico arte de la tauromaquia, ‘porque en el
fondo, las líneas vibrantes de la belleza, se reducen sólo, a las observadas en
la decoración, y el equipamiento de las instituciones catalanas; dado que el
toreo, ya figura desaparecido al advenimiento de la independencia; pero algunos
más que otros conocen, no por memoria histórica, sino por trasferencia de
cultura y educación, y saben que para vivir, se necesitan condiciones de vida,
y con esta razón, se impedirá, que los humanos puedan descender, a cierta
fealdad extremada, porque siempre se encontrará otro lugar, otra cosa, dado que
el arte vive de invención.
El arte de la
Tauromaquia, no ha de morir, porque expresa toda la naturaleza humana, y
respeta y pone en juego en ella todos sus elementos; el arte es mas
verdaderamente humano, que la sociología; es penetración del cuerpo y el
espíritu, de la sensación y del sentimiento fundidos, en un todo natural, es el
hombre mismo.
Los politólogos y
asesores en la sociología, no ven en el mundo, más que elementos más generales,
cada vez más simples, combinados por leyes necesarias, y no admiran en las armonías
realizadas, más que encuentros tan fortuitos como fatales.
Resultando esta, la continúa tentación, de oponer más que
nunca, un mundo humano, a ese mundo abstracto y mecánico, en que la conciencia
resulta una especie de monstruo.
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