Conciencia cristalina
La naturaleza humana ,persigue
cierta verdad o Ley, donde une en sus principios, y por su fin, digamos los
cristales del tiempo, de esta manera, se revela bajo la triple forma, de la ley
física para el cuerpo, de la ley lógica para el espíritu, y de la ley moral
para la voluntad. Como metáfora explicaríamos, que así mismo, en la vida cotidiana estamos rodeados de cuerpos sólidos, donde los átomos y
moléculas forman una estructura periódica a lo largo de las coordenadas espaciales.
A diferencia de los
cristales ordinarios, como los diamantes, que contienen propiedades definidas
por los átomos, dispuestos regularmente en el espacio, los cristales de tiempo,
en su lugar, muestran un modo de comportamiento, en constante cambio, que se
repite en el tiempo. Y es aquí, en lo versátil, donde reside esta facultad,
este poder en virtud del cual, llegamos al conocimiento de nosotros mismos, a
saber de los fenómenos, de los hechos anímicos, de la vida física y psicológica,
en una palabra, de la denominada consciencia.
Asignaremos el termino
de conciencia moral, cundo se aplica al ejercicio de la voluntad, cuando en
cadena, logramos discernir lo bueno y lo malo, cuando elegimos entre el bien y
el mal moral, y cuando formamos juicio acerca de la bondad o malicia, de
ciertos actos, así como también, si deben ser ejecutados. Siendo esta, la perpetua búsqueda, en la física a desarrollar,
la comprensión del comportamiento cristalino del tiempo, así ocurre en los sistemas cuánticos, y se producirá
un emocionante giro del entendimiento, porque ahora se conoce que la simetría
de traslaciones del tiempo, se puede romper con interacciones altamente no
locales, es decir por interacciones de multi-partículas, denominadas "cadenas", donde
al menos la mitad de las partículas interactúan simultáneamente.
Aquí, en estos
fenómenos, la función de correlación, de estado del suelo asociada, exhibe
oscilaciones perpetuas debido al acoplamiento, donde tal vez se llegue a
comprender posibles sistemas cuánticos, donde las interacciones de largo alcance, pueden
inducir dinámicas no triviales, por lo que se está intentando, en estos momentos,
averiguar si estas correlaciones se mantienen y sobreviven en momentos infinitos.
Sin embargo, a su vez, la moralidad no existe, sin el conocimiento de
la ley, sin esa función de correlación, sin la promulgación, condición
necesaria, requisito indispensable, para obligarnos a ser diferentes ,en
condiciones de igualdad, para cumplir y ajustar, nuestros actos a ella; de ahí de
donde no hay ley, no hay delito, no hay infracción, ni observancia, las
acciones todas se presentan, con el carácter de indiferentes, por no existir
esa norma, ese principio al cual, arreglamos nuestra conducta.
Por estas circunstancias,
afirmamos su existencia, en medio de lo mudable y transitorio, proclamándole a
través del espacio y del tiempo cristalino con necesidad absoluta, subsistente
siempre, siempre viva en el fondo de la conciencia humana, donde aparece
esculpida, con caracteres indelebles, y como un código inmutable, que reprueba la
culpa, premia la virtud, abomina el vicio, recompensa el merito, castiga el
delito, enalteciendo y aplaudiendo lo bueno, lo justo y lo humano.
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