C.V.I. : castigo vano inteligente
Todas las sociedades, suelen estar en antagonismo con las sociedades
que les precedieron o que resultan inmediatas; y de aquí se suscita, la artificiosa necesidad,
de una organización para el posible ataque y la probable defensa.
Y en este mundo, económicamente globalizado, todas las organizaciones,
necesitaran nutrirse dentro y fuera de las fronteras, de aquí, que imperen las
necesidades, de una organización de las fuerzas económicas, jurídicas o
administrativas.
Observamos que las sociedades, tienen su propia organización, y según
predomina una y otra de diferentes organizaciones, la sociedad se asemejara a
diferentes tipologías, donde unas veces, se desarrollará la economía, el
bienestar, la ciencia, en otras la cultura, la educación o la tolerancia, y en
otras por desgracia, se desarrollan, con inexplicable odio, las desigualdades, los privilegios fiscales y sociales anticonstitucionales,
según la dispensa en el tratamiento territorial y consiguiente humillación, de
los indistintos ciudadanos.
Algunas organizaciones, con ascendencia y pertenencia, a tipologías contestatarias
y de lucha social, digamos de tipología bélica, aunque algunos de los resortes
del gobierno, estén distendidos, estas organizaciones saben que el éxito, de su
mantenimiento y supervivencia, en la lucha, con las sociedades rivales, exige
una gran rapidez de información y una presteza extrema de concentración,
exigiendo para ello una subordinación rigurosa, que precisará necesaria para
analizar, y observar todas las jerarquías existentes del orden civil.
Así que, siempre podemos diferenciar, tres facultades diferentes, que
nos van a influenciar, en el estado anímico, como pueden ser la sensibilidad,
el entendimiento y la razón, aunque en realidad, el entendimiento, pudiera ser
la combinación de singulares y diferentes facultades, tales como la imaginación, la
memoria, la conciencia e incluso algún otro
sentido externo.
Pero sin embargo, tan sólo la facultad del querer, será el poder que
tiene el humano, para dirigir su actividad natural, hacia los objetivos
respectivos, de sus indistintas actividades, donde ejercerá, sobre sus
determinaciones, la fuerza incontrastable de su poderío, y ostentará mediante el
sello de su grandeza, el origen de su dignidad, donde tomará el carácter moral,
de sus acciones, donde el hombre, se eleva a la categoría de persona, y donde se
encuentra, el principio constitutivo del mérito y del demerito, de la virtud y
el vicio, del premio y del castigo.
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