El siguiente arresto
Lo que se denomina el
bien humano, el bien total y absoluto del hombre, puede considerarse bajo dos
puntos de vista, como bien del individuo o como bien de la humanidad. Porque
existe un bien que llamamos bien individual, y otro bien que se denomina bien
social.
En el día de hoy, intentar
averiguar el sentido de una denominada reconstrucción, sin antes definir cuál
de esos dos bienes se dirige especialmente la inactividad o actividad económica, es igual que intentar dilucidar si
un hombre trabaja para sí, para un grupo determinado de interés económicos o
para los demás hombres.
Formular estas cuestiones,
es equivalente a querer resolverlas, pero hemos de matizar que evidentemente
todos los actos humanos que impliquen sacrificio, o renuncia del bien propio,
para querer atender un determinado bien ajeno, como lo hace Amancio Ortega, nadie
los considerará económicos, por abstracción. Siendo esto, los ingredientes de
una limitación de la inteligencia, en la aplicación de la división del trabajo,
dentro de los aspectos de la lógica.
Cuando analizamos la
historia reciente de Venezuela, y la equiparamos a la actualidad española, ya
no nos sorprende que la palabra socialista, cuyo significado envuelve la idea
de destrucción, marche unida a otras muchas influencias de los agitadores anarco-comunistas.
Siempre ofreciendo dos
diversas manifestaciones: una sanitaria, mediante un embrollo pseudocientífico
y otra revolucionaria con la paralización de las actividades económicas y el
resurgimiento de un agresivo y progresivo avance fiscal.
Este movimiento social-comunista
revela, a pesar de su reciente responsabilidad penal, como ha reconocido el propio
gobierno, en la actualidad existente, esas dos tendencias, de una parte están los
que se entretienen en la esfera sanitaria buscando soluciones para el
mantenimiento de su problema social, y proclamando las doctrinas de prevención,
con las cuáles pretenden constituir nuevos sistemas económicos, y de otra los
que deducen las consecuencias prácticas de esas doctrinas, y se aprestan, a
legislar, para llevarlas a la realidad, por medio de la paralización,
obstaculización y división del estado, donde únicamente prevalecerá la
revolución de la miseria y del paro.
Este gobierno, como
otro referenciado, es un conjunto de pseudo-hombres ciegos por la ambición, que
solo se plantean pensar, que el poder les corresponde por derecho y si no logran
permanecer, en el país no se podrá estar tranquilo, sacaran milicianos, parasociales,
y jarabe de palo.
Mas de algún,
presidente y vicepresidente, en línea recta, es demasiado imberbe, para
recordar, porque cuando incitan una violencia o un odio político, resultan ser solo
sus paranoicas pesadillas, donde les han consentido y las proclaman legítimamente
como actos cívico-terroristas, aún desconocen y no saben, tal vez, porque no
habían ni tan siquiera nacido, que antes existía la gratuidad de la violencia, y
esta se difuminaba entre códigos postales o barrios, o entre los pueblos, donde
las razones eran simplemente porque sí, nunca existían, como si fuese la
champion ligue de zapatero o de un enfrentamiento deportivo se tratare.
Y es excusado
recordarles, que cuando el país no está, ni puede estar tranquilo, es cuando
imperan los hombres de esa soberbia. Y es que si sus ambiciones no tienen límites,
sus talentos no van muy lejos y sus doctrinas son incompatibles con el arte de
gobernar.
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