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miércoles, 14 de octubre de 2020

Hábitat pándemico...Quizás,Quizás,Quizás


Hábitat  pandémico

Existen escasos períodos en la historia reciente en los que tal cantidad de personas experimentó simultáneamente la necesidad de una alternativa. Ahora estamos empezando a pensar y hablar de replicar el estándar social de vida rural efectuado durante siglos, y si algo puede acercarnos, es el virus.

La escala de la epidemia nos hace observar que su intensidad depende de la densidad del asentamiento urbano: cuanto más alta es la densidad de población, es decir, cuanto más altas son las casas y más cerca están las unas de las otras, más y más rápido se infectan las personas, en igualdad de condiciones. 

Es cierto que pueden aparecer opiniones y apreciaciones que muestren que la propagación de la epidemia, si se correlaciona con el tipo de desarrollo de la ciudad o entidad poblacional, entonces de una manera que no sea trivial: como pueden ser en aldeas de casas privadas, la incidencia podría llegar a ser mayor que en los rascacielos, debido al alto nivel de contactos entre vecinos, pero esto sólo sucede y debe aplicarse a los asentamientos tradicionales de mayor entidad demográfica, serían esos asentamientos como villas donde no se dedican a la agricultura y todavía tienen valores bastante urbanos. 

Ahora nadie se plantea ni sabe en absoluto qué se va hacer con las áreas urbanas que se han venido destinando para dormir. Porque realmente en los términos de un entorno resistente a la epidemia, se producen dos problemas insolubles. 

En primer lugar, la estructura del espacio vital, construida sobre el principio de "vida útil-mínima", como lo llamaron los teóricos diseñadores y arquitectos del modernismo. Donde puedes llegar a dormir y comer en este tipo de viviendas, pero no puedes quedarte allí todo el tiempo. 

Este espacio cerrado se convierte en un autentico desastre cuando el número de habitaciones por persona es inferior a uno, como ocurre entre las familias, en la mayoría de los edificios de las ciudades.

Son circunstancias que procuran la desintegración de las propias familias, el aumento de la violencia doméstica y el progresivo aumento de las enfermedades mentales que tenderán a convertirse en las próximas epidemias masivas. 

En segundo lugar, la concurrida entrada al inmueble, por una gran densidad de vecinos comunitarios, donde no solo las manillas, incluso el aire en el ascensor mantiene el virus en altas concentraciones, si no es durante horas. 

Con lo cual el único modelo ideal y sostenible de reasentamiento en los próximos años basado en las circunstancias de esta u otra epidemia será: a) un edificio residencial individual con una parcela de tierra y con posibilidad de movilidad. b) un automóvil para cada miembro adulto de la familia, c) Internet de alta calidad, d) aplicación de sistemas de ingeniería locales, incluida la energía, e) poseer espacios públicos en accesibilidad peatonal.

Y aquí, en estos preceptos teóricamente expuestos, existe esa posibilidad. Pero desde el punto de vista del urbanismo, no es la viabilidad de este ideal lo que importa, sino el deseo político de realizarlo. 



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