Vacuidad presidencial
La
vacuidad podíamos entenderla para calificar aquel o aquello que no tienen
substancia o consistencia, pero a su vez sirve como triaca, no sólo para nuestra
indignación, sino para todos los problemas y dificultades.
De
hecho, en el tiempo, no importa qué tan pacientes seamos, si no hemos
comprendido la inutilidad de ese vacío o esa vacuidad presidencial que suelen presentar
las personas que nos pretenden dirigir, porque con su transitoria impermanencia
los problemas seguirán lloviendo sobre nosotros como un autentico vendaval.
Pero
en la realidad, constantemente todo suele cambiar, empezando por nosotros
mismos, o bien por todas las personas que nos rodean. Y así vienen definidos
los eslóganes como “el cambio climático” o “el medio ambiente” que propagan
abultados vividores de inútiles organismos, que basan esas acciones en un
entendimiento donde intentan explicar con simplicidad que evitaran dañar a
otros, buscando con inmediatez querer ganarnos en su respeto y su confianza.
Es
muy fácil para mentes frágiles, con escasa experiencia e imprecisa formación quedar
atrapada en una idea que parece tan obvia y sólida, en una realidad
rápidamente cambiante, que a menudo se vuelve una causa como una denominada “agenda
2030”, para el pensamiento estrecho, la testarudez y la inflexibilidad.
Hasta
este momento algunos consideraran que los nuevos presupuestos nos iban proveer a
determinadas autonomías de un bienestar físico, pero es tan sólo eso, a tenor
que son circunstancias materiales pactadas, pero los conocimientos de una
persona materialista o republicana y los nuestros son los mismos.
Por
ello, toda la ciudadanía experimentará un sufrimiento mental, soledad, miedo, desamparo,
incertidumbre, duda, envidia y desprotección. Cuando observa a determinados
políticos, no defender lo obvio, incluso a un ex presidente de la misma cuerda
de los que gobiernan, defender punibles crímenes en otro país.
Son
todo un conjunto de factores que afectan de lleno a la convivencia nacional y
universal. En específicos temas ya no vale la “callada como sentada”, ni pretender
ahora quitar la esencia de todas las mentiras y el continuo embuste a la
sociedad caracterizado hasta la fecha, porque aún con dinero es imposible.
Algunas
autonomías con problemas sociales piensan que este dinero reduce el estrés
temporalmente, pero tiene muchos efectos secundarios. Ya no será posible
comprar la paz social. Nadie ahora estaría dispuesto a venderla aunque todos a
la vez la quieren.
Así
que mucha gente, nunca más tomara por ciertas la cultura, las promesas, o las palabras
de alguien que se proclame por la izquierda, tan sólo con suerte a muchas
generaciones a la vista tendrán que buscar esa autocompasión.
Ya
en estos momentos, evidentemente la gente republicana necesita compasión mental.
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