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miércoles, 2 de diciembre de 2020

Mala Reputación...Ciudad vacía


Mala Reputación

La reputación es un capital a largo plazo que puede impulsar la consolidación de los políticos o bien llevarlos a un punto máximo de duración. Y en estos momentos algunos personajes en el gobierno, a pesar de su mala reputación, desearían consolidar al extremo su permanencia y duración.

Aunque es propio señalar al mismo tiempo, que son incapaces bajo cualquier tesitura, dados los complejos e insuficiencias intelectuales que poseen, de efectuarse la siguiente hábil pregunta: ¿Cómo construyeron otros su reputación hace por ejemplo 4 u 8 décadas?

Bien es sabido que los grupos de personas o de políticos con mantenimiento en ideales puros y perpetuos, que han estado operando durante décadas, pueden resistir incluso un gran escándalo de reputación con la ayuda de determinados métodos de relaciones públicas anticrisis.

Pero este lujo, en estos momentos no está disponible para nuevas formaciones en coaliciones de gobierno como si fueran todos de una misma empresa, porque simplemente no sobrevivirá al incendio de la información.

Y si bien se conoce en una constitucional democracia a ningún gobierno le corresponderá velar por lo que dicen los medios. Por lo que se debe subrayar la vital mportancia de la libertad de prensa y de información, dado que ningún gobierno puede tocar, ni tergiversar con una ley de desinformación.

En la actualidad los filiales grupos políticos de la izquierda, tal como representa el señalado Podemos con muy pocas legislaturas, de actuación, dadas su recién creación, necesitan un apoyo continuo para una historia positiva.

Y a contrapartida tal como se observa, se compromete y continuamente impulsa tantos líos y vendetas internas o externas como les resulte posible, que les ayudaran en su conjunto a propiciar la creación de una bolsa de aire, que funcione como un airbag en caso de una avalancha de negatividad. 

Es cierto, incluso cuando todo el mundo puede estar en cuarentena que existen tecnologías de éxito, incluso para las relaciones públicas malintencionadas, tales como sucede en determinados enfoques en campañas de imagen, y ese falso apoyo adquirido de los medios, junto con esas toneladas de comunicados nacionalistas identitarios de prensa.

Pero cuando esta línea es llevada por acólitos, su saturación es inmediata y se acaba. Y las relaciones públicas aún en trato como industria separada se han terminado estancado en el viejo gabinete de la Moncloa. Donde la comunicación de masas se está reemplazando por un cansino enfoque individual y los objetivos abstractos se sustituyen por métricas claras, como manipulación de los análisis de opinión pública, e injerencias en instituciones gubernamentales y con organismos públicos.

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