Mala Reputación
La reputación es un capital a largo plazo que
puede impulsar la consolidación de los políticos o bien llevarlos a un punto
máximo de duración. Y en estos momentos algunos personajes en el gobierno, a
pesar de su mala reputación, desearían consolidar al extremo su permanencia y duración.
Aunque es propio señalar al mismo tiempo, que
son incapaces bajo cualquier tesitura, dados los complejos e insuficiencias
intelectuales que poseen, de efectuarse la siguiente hábil pregunta: ¿Cómo
construyeron otros su reputación hace por ejemplo 4 u 8 décadas?
Bien es sabido que los grupos de personas o
de políticos con mantenimiento en ideales puros y perpetuos, que han estado
operando durante décadas, pueden resistir incluso un gran escándalo de
reputación con la ayuda de determinados métodos de relaciones públicas
anticrisis.
Pero este lujo, en estos momentos no está
disponible para nuevas formaciones en coaliciones de gobierno como si fueran
todos de una misma empresa, porque simplemente no sobrevivirá al incendio de la
información.
Y si bien se conoce en una constitucional
democracia a ningún gobierno le corresponderá velar por lo que dicen los
medios. Por lo que se debe subrayar la vital mportancia de la libertad de
prensa y de información, dado que ningún gobierno puede tocar, ni tergiversar
con una ley de desinformación.
En la actualidad los filiales grupos
políticos de la izquierda, tal como representa el señalado Podemos con muy
pocas legislaturas, de actuación, dadas su recién creación, necesitan un apoyo
continuo para una historia positiva.
Y a contrapartida tal como se observa, se
compromete y continuamente impulsa tantos líos y vendetas internas o externas
como les resulte posible, que les ayudaran en su conjunto a propiciar la
creación de una bolsa de aire, que funcione como un airbag en caso de una
avalancha de negatividad.
Es cierto, incluso cuando todo el mundo puede
estar en cuarentena que existen tecnologías de éxito, incluso para las
relaciones públicas malintencionadas, tales como sucede en determinados
enfoques en campañas de imagen, y ese falso apoyo adquirido de los medios, junto
con esas toneladas de comunicados nacionalistas identitarios de prensa.
Pero cuando esta línea es llevada por
acólitos, su saturación es inmediata y se acaba. Y las relaciones públicas aún
en trato como industria separada se han terminado estancado en el viejo
gabinete de la Moncloa. Donde la comunicación de masas se está reemplazando por
un cansino enfoque individual y los objetivos abstractos se sustituyen por
métricas claras, como manipulación de los análisis de opinión pública, e
injerencias en instituciones gubernamentales y con organismos públicos.
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