Claridad de la armonía
Descubramos, que por
donde circula, la indefinida ciencia, no florecerá ya lo artístico, y la ciencia
invade el universo entero, y hasta el alma nuestra, a la que aterra, con el
conocimiento de sí misma.
Si no existiera, un innecesario
antagonismo, entre los afines a la ciencia, y los dispuestos al arte, no
observaríamos, el continuo abuso, del espíritu humano científico, justificado,
por querer ser el notario analista, que identifica más rápido, al libre espíritu
humano, y en este contubernio y de esta forma, irreflexiva, sin darnos cuenta, terminará
destruyendo, las alma limpias, en la larga tradición, de la imaginación, del
profundo instinto creador, y del sentimiento artístico.
Donde la belleza, no
morirá de frío al nacer; sino que simplemente no nacerá ya, y quedará ahogada
en el genio que la cree.
Y estas cuestiones
registrales, y circunstancias supremas, que impiden el desarrollo vivo del arte,
se producen, se hallan, y se redescubren continuamente, donde lo vuelven, a poner todo sobre el tapete.
Así aparece, que la
imaginación artística, necesita aliarse, de cierta superstición, en el sentido
antiguo de la palabra, que en sus principios le permita, no explicar
claramente, siempre los acontecimientos por sus razones frías; necesitando para
su realización, argumentos de cierta ignorancia, cierta semioscuridad, que la
deje juguetear, más libremente alrededor de las cosas.
Observaremos, que la
luz, que ejerce algunas sociedades o academias, de hombres, en el control de la
ciencia, es algo cruda, y brutal, y descompone lo que ilumina. Donde la armonía
viva, no deja más que formulas abstractas, que expresan las relaciones de los
elementos.
Luego como artista, atrévete
a engañarte y a soñar, porque la imaginación, necesita la ignorancia, que el
sueño permite.
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