Inexistente dualidad
Basta una ligera mirada, a los actos sociales y políticos, historiados en los diferentes documentos,
para convencernos, de que faltan colores en nuestra paleta, para bosquejar el
cuadro de una situación terriblemente agravada, por los procedimientos
oficiales de la política que impera.
No sirve la elocuencia
de señores como Avalos o las garantías definidas por Page, para disimular, en
su proceder, los repetidos descalabros políticos.
Convirtiendo el Estado,
en una cátedra de ideales, sin base en la práctica, han desconocido, la totalidad
de las circunstancias, y las conveniencias actuales de la realidad de España,
con hondo prejuicio, de los intereses de todos nosotros, y de la política de
reconcentración, que en este momento histórico y económico, mas nos conviene.
Dado que intentar nuevamente
apadrinar proyectos, de delincuencia social denominados “independentistas”, cuando
ya resultan desacreditados hace tiempo, por las notabilidades del saber, y por
una experiencia bastante a desvanecer, todas las dudas. Porque ahora, en la unión europea, jurídica y políticamente
todo es mercado, para poder retroalimentar ese monstruo insaciable, sin cédula de nacimiento, y las negociaciones sin límites, siempre aportan límites
inconcebibles y estos hará los alardes de ineptitudes, jamás vistas ni oídas.
Porque la mendicidad
del voto, erigida en indispensable oficio, hará la propaganda de ideas
subversivas, y la amenaza constante, al estado de derecho español, y a la totalidad
de la decencia de los españoles, por estos movimientos que se rigen, en base a
una delincuencia social, donde equívocamente, se les ha venido consintiendo durante
muchos años, su imposición particular de cobrar secretos gravámenes de peaje, a españoles,
con iniciativas del comercio, fomentando y normalizando esta vieja evidencia de
continuos abusos.
Es evidente, que esta
inexistente dualidad imperante, mantiene el secreto de la felicidad política socialista,
que consiste en dividir y subdividir enseñanzas, crear múltiples sociedades,
cueste lo que cueste, satisfacer influencias con presupuestos, decretar
medallas, cordones, distintivos y en realidad no mejorar nada.
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