Solazar la mesa
Las aficiones
negociadoras del independentismo, son las explicaciones del desarrollo de sus
pasiones, que posiblemente trascurrieron en un momento, y deseosas de llegar a
uno nuevo, se pierden en el eco, de la demanda de la benevolencia, imponiéndose
el diseño de las mesas negociadoras, donde nuevamente hay que repetirlas, porque
esos chispazos de pensamiento, fustigan sus propias vanidades, deseosas y queriendo
dar fuego a la húmeda y arrogante antorcha de sus equívocos.
Uno de los deberes que
tienen que cumplir con el mundo y consigo mismos, si se desea y se quiere, que
la identidad de su independentismo, vaya sobreponiéndose, a otras identidades
de mayor y menor estima, escalonando lo impalpable, harán del principio social,
una gradación convencional y sistemática, por donde bajan y suben, autoridades poderosas,
débiles o mendigas, para lograr perderse allá lejos, en la nebulosa, siempre
densa de la misteriosa y aberrante mentira.
Y en esa incesante coyuntura, se conoce, que a veces, por no haber salido de la pollera,
conservan de diferente manera el amor a la clueca.
Es una situación ridícula, por
lo frívolo, siendo siempre de cortos alcances, con las imaginadas pretensiones,
resultando la más ingenua encarnación de la exaltación inconsciente e
insostenible.
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