REFERENCIA APICE

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jueves, 16 de enero de 2020

Pudor de familia...La magia de tus ojos


Pudor de familia.

El Ministerio de Educación y Formación Profesional, recurre por vía judicial, la oportunidad, de que los padres, se niegen autorizar a estos, el poder excluir a sus hijos, de actividades con carga ideológica o moral, contraria a sus convicciones.

Estas circunstancias, son proclives andar a tientas, por las múltiples, y complicadas manifestaciones, de los fenómenos, y circunstancias afectivas. Donde nada preciso y concorde existe; y el lenguaje inclusivo o no, oral, se muestra indómito, y rebelde, ante el denominado deseo parental, para poder ofrecer una definición concreta, y exacta, del amor y la educación, que resulta siempre indefinible e innegable, y más a propósito para expresarse por la vaguedad, e indeterminación de la actual educación social, que por la precisión analítica, de la palabra.



Y si se procediera, con un conocimiento, del derecho fundamental a la educación, estableceríamos otros aspectos más significativos, en la participación educativa, como resultan los grados del amor, en los cuatro aspectos o fases, bajo los cuales aparecería, posiblemente el apetito, el deseo, la aspiración y el amor propio, con sus respectivos contrarios negativos: repugnancia, disgusto, aversión y odio.

Indicando también, las divisiones del amor, fundadas la primera en la idea del tiempo; amor pasado, presente y venidero; la segunda en la naturaleza de los objetos que se dirige; amor a las cosas o a las personas; y la tercera en el móvil determinante del amor propio, del elemento dinámico: amor interesado, desinteresado y estético.

Todo lo cual, ofrece motivo adecuado para oportunas, y delicadas disquisiciones, sobre el objeto que trata de analizar, terminando con la conveniente afirmación, de que el amor, como en la educación ni puede, ni debe confundirse, ni con el placer, ni con el interés, ni con el bien social, “porque es síntesis y condensación de todo nuestro ser y vida, que posee una finalidad propia, suficiente por si sola para purificar el goce, justificar el interés familiar y servir del móvil y excitante del bien “.




El culto del ideal y de la belleza, es quitar del amor su aspecto grosero.

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