El mal aliento
Con invención se ha
propalado una vez más, que determinados grupos, de conscientes razonamientos críticos
eran enemigos de la sociedad, y procurarían un imaginario enfrentamiento civil,
se les ha querido calificar con ignominia e ignorancia como de no democráticos,
y continuando la invención hacen valer sus oscuros fines, donde critican y suponen
que las predicaciones contrarias a su programa, solo resultan insensatas y tan
sólo pretenden captar un momento para menguados fines del favor popular.
A las autoridades no
les resulto agradable que la ciudadanía, criticara las inoportunas medidas,
durante el nacimiento y desarrollo de la pandemia, que está y como se observa
ahora, pretenden asignarla en endémica con
fines de absolución política, ahora se puede llegar a entender la inoperancia voluntaria
o bien inconsciente de las medidas del control estadístico de enfermos y
fallecidos.
En estos momentos
intentar averiguar la climatología del Covid en nuestro país, sigue resultando
un gran misterio para cada uno de los ciudadanos que se interese; deberían los
que quieren ser autoridades, ejercerlas con seriedad, y ser conscientes que los votantes seguimos
exigiendo que se nos respeten, que no nos mientan y que no se actué con prevaricación
disgregando datos, como si fuera carnaza de pesca política y se mezclen presentándolos
con los de meses pasados.
Nada está resultando
serio y este olor nauseabundo de trabajo ministerial y presidencial encausa a
las mismas personas que tienen ese perpetuo mal aliento.
Y vemos que el conjunto
de estas autoridades tienen de por si un error de óptica, desconocen la intervención
de la naturaleza, porque ningún loable valor de lo que es el bien humano,
podría desaparecer sin que desapareciera la humanidad, donde una intensa luz
científica, siempre permite ver las cosas en toda su realidad.
Existe ya como
prioridad para las personas que se produzca una garantía de orden en el
presente Estado, (que no se comporte como el camarote de los hermanos Marx),
que se fomente y procure la libertad constitucional para los individuos.
Sin proscribir de ningún
modo la serie de contratos que establecen equitativamente relaciones entre el
capital y el trabajo, antes por el contrario fomentándolos; donde la ley debe
favorecer al mismo tiempo la conversión de empleado a empresario, mídanse en el
favoritismo de las paguitas, porque cuanto más provecho espere alcanzar las
personas de sus afanes, tanto mayor será su interés en un país más digno y
justo.
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