La
inmortalidad aristocrática
Entre los oportunistas
mortales pocos pueden ser candidatos a ella, uno no puede dudar de su duración
mas allá de la vida, porque en la naturaleza un intelecto (es decir un ser que
alcanza la perfección) no puede desaparecer; pero no todos somos inmortales de
la misma manera, que explicado en un lenguaje llano significa que para merecer
vivir en el porvenir, como grande intelecto, es preciso haber vivido en el
mundo, y desde luego, no se ha vivido sino se ha pensado.
Algunas
ideas y obras de su alteza, nunca llegarán a ser populares, tal vez porque todo
lo que es grande, verdaderamente inteligente, siempre está en minoría.
No esperemos
que la razón sea popular nunca. Las pasiones, los sentimientos, pueden serlo;
pero la razón será siempre propiedad exclusiva de algunos elegidos.
La ahora
denominada corriente social de izquierdas… sostiene en su apología, algunas de
las lecciones de Epicuro, cuando el mismo no se extraviaba y decía:
Esto es
justo porque el pueblo le parece malo.
Y es que hay
un misterio en la filosofía lo mismo que en la política, es la mal intencionada
valoración y el juego con la inocencia, porque el grado medio de la inteligencia
humana no está bastante elevado para que pueda sometérsele un problema tan
inmenso y para que se le escoja como ultimo juez en la materia.
Al final se pretende
desprender, que la luz general de casi medio siglo de transición, al esparcirse
por la inteligencia de cada individuo, no puede iluminar más que el estrecho círculo
en el cuál se ejercen las facultades practicas.
Porque ellos
reconocen que al pueblo no se le deben más que algunos de los resultados. Los
resultados de la filosofía declamatoria, de esa política y de la sesgada educación,
tales como los que pretenden ofrecer, como los únicos que pueden serle
verdaderamente útiles.
Y para ello
no se deben pretender en este momento, hacerse filósofos de los hombres del
pueblo, ni exterroristas, ni políticos, ni hombres embusteros de baja moralidad.
Dado que la facultad de comprender las altas ideas es muy rara.
Y por tanto
en la vida ordinaria óbrense bien guardándose las ideas para sí, sin mostrar más
de lo que es necesario para darnos alguna ventaja sobre los demás.
Porque pueden
mirarlo sobre la nación como un juego del CIS que arreglan las posibilidades de
ganancia o perdida según sus deseos, pero nosotros humanos de la verdad, y por
tanto sujetos a todas las necesidades humanas, no consentimos que se nos
divierta con actitudes de teatro. Ya que todo esto son invenciones de este
tiempo, con un minucioso y soterrado sistema de querer manipular y asustar a las personas de más edad.
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