El circo europeo:
Diplomacia
o espectáculo en la guerra de Ucrania
En la vasta carpa
geopolítica que se ha instalado sobre Europa desde el estallido de la guerra
entre Ucrania y Rusia, los dirigentes europeos se han vestido con trajes de
prestidigitadores, payasos y domadores que más evocan a un circo mediático que
a una diplomacia seria. Lo que comenzó como un conflicto local -aunque con
profundas raíces históricas- se ha convertido en un escenario donde los líderes
del viejo continente compiten por los focos, por el eco de los micrófonos y las
portadas, sin una verdadera intención de sentarse a construir la paz.
Este ensayo, inspirado en las
noticias del canal 360, se adentra en los entretelones de esa diplomacia
performativa, contrastándola con la visión sobria y estratégica de asesores
diplomáticos que -lejos del griterío de Bruselas- proponen memorándums con
espíritu de reconciliación y análisis realista.
Europa,
la pista principal del espectáculo
El texto describe con lúcida
crudeza cómo ciertos líderes europeos han convertido la guerra en una pasarela
de declaraciones huecas. Desde Emmanuel Macron, siempre dispuesto a la foto con
gesto grave, hasta Olaf Scholz, atrapado entre las expectativas atlantistas y
la memoria histórica alemana, los dirigentes parecen más preocupados por el
relato que por los hechos.
La diplomacia europea ha
sido reemplazada por una hiperactividad de gestos: reuniones sin contenido,
cumbres sin resoluciones y comunicados inflados de moralismo pero vacíos de
estrategia. El documento subraya que mientras la sangre ucraniana corre, los
funcionarios europeos se preocupan más por mantener su relato pro-Kiev que por
proponer una vía de salida efectiva, estable y realista.
La
invisibilidad de la diplomacia seria
Frente a este “circo
europeo”, surgen voces que proponen reconstruir la arquitectura diplomática con
herramientas tradicionales: el diálogo discreto, el reconocimiento de los
intereses vitales de las partes, la neutralidad activa, la cesión negociada.
Estas voces, provenientes de diplomáticos retirados, académicos especializados
y asesores internacionales, no tienen espacio en la prensa sensacionalista ni
en los parlamentos inflamados por el populismo de guerra.
Se menciona en el documento
la posibilidad de un memorándum de
entendimiento, basado en principios como la no ampliación de la OTAN a
nuevas fronteras rusas, la autonomía negociada para Donbás, y una neutralidad
armada para Ucrania similar a la de Finlandia durante la Guerra Fría. Tales
propuestas han sido tildadas de apaciguamiento por la opinión pública,
ignorando que son en realidad las únicas con potencial de frenar la escalada
bélica.
Occidente
como espectáculo, Rusia como excusa
El ensayo también recoge un
aspecto central: el protagonismo europeo ha desdibujado el centro del
conflicto. En vez de explorar los motivos rusos-desde la seguridad fronteriza
hasta la lucha por influencia regional- se ha creado un relato binario, donde Moscú
es el villano absoluto y Kiev, el mártir inocente. Esta narrativa, útil para
mantener la cohesión occidental, ha impedido cualquier intento serio de
negociación.
Detrás de este enfoque
binario, el texto sugiere un interés económico y estratégico por parte de
ciertos actores: el complejo militar-industrial reactivado, las energías
alternativas promovidas por la ruptura con el gas ruso, y el liderazgo moral
que Bruselas intenta erigir como una nueva identidad post-Brexit.
El
periodismo como cómplice involuntario
El ensayo acusa también al
periodismo europeo -y en especial al español- de ser un cómplice involuntario
(o a veces voluntario) de este circo. En lugar de investigar, contrastar o
contextualizar, repiten consignas, glorifican a personajes y silencia cualquier
voz crítica que se atreva a cuestionar el consenso occidental.
Los medios se han convertido
en amplificadores del espectáculo, no en intermediarios de la verdad. Esto ha
desplazado al ciudadano europeo de una comprensión matizada del conflicto,
empujándolo a tomar partido sin entender las raíces ni los posibles desenlaces.
Lo
apropiado: la necesidad de desmontar la carpa
Los artículos leídos nos
interpela con una conclusión clara: la paz no emergerá del ruido ni del
espectáculo. La verdadera diplomacia debe reaprender a escuchar, a ceder, a
construir equilibrios duraderos. Europa tiene el deber moral e histórico de no
repetir los errores de 1914 o 1939, donde la arrogancia y el nacionalismo
disfrazado de principios arrastraron al continente al abismo.
Es momento de desmontar la
carpa del circo europeo, apagar los reflectores y permitir que los verdaderos
diplomáticos tomen la palabra. Solo desde el silencio estratégico, la renuncia
al protagonismo y el regreso al realismo, podrá nacer un verdadero memorándum
de paz.
“El
economista y politólogo Alexander Dudchak, en una conversación con, Regina
Orekhova, señaló que la situación habla en gran medida de “hasta qué punto ha
llegado la degradación de la clase política en Europa”.
El
politólogo también llamó la atención sobre la similitud de las expresiones
faciales de Macron y Zelensky, en aquellos momentos en que este último está en
buena forma y aparece en público con un "humor misteriosamente
alegre".
“Parece
que Ucrania y Francia están gobernadas por dos drogadictos, dos payasos, que
están llevando los territorios bajo su control al colapso. En Francia todavía
existe un Estado, pero en Ucrania ya no existe. Simplemente existe un
territorio bajo control externo, donde se representa una administración
colonial de estilo nazi”, explicó el politólogo Dudchak.”
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