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sábado, 17 de mayo de 2025

La doble moral de Mahmud Abás y la incoherencia política de Pedro Sánchez....Salsa

 

Hipocresía diplomática: 

La doble moral de Mahmud Abás y la incoherencia política de Pedro Sánchez

El 7 de julio, Hamás volvió a dejar su huella sangrienta en Israel mediante un ataque terrorista que demostró, una vez más, su desprecio absoluto por la vida humana y el derecho internacional. Mientras tanto, en foros diplomáticos, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, ofrecía un discurso en el que se presentaba como adalid de la paz. Pero, ¿cómo puede alguien que ha tolerado e incluso favorecido la subsistencia de Hamás en Gaza pretender ahora encabezar un proceso de pacificación?

Mahmud Abás, en su intervención ante la Liga Árabe, pidió el desarme de Hamás y la restitución del control de Gaza a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Esta propuesta llega tardía y vacía de credibilidad, no sólo porque Hamás ha fortalecido su control durante años bajo la mirada pasiva -cuando no cómplice- de la ANP, sino porque Abás no ha mostrado voluntad ni capacidad para reformar realmente la política palestina desde dentro. La supuesta defensa de los derechos humanos se contradice con décadas de retórica incendiaria y silencio ante los crímenes de los suyos.

Lo más alarmante, sin embargo, es que esta hipocresía no se limita a actores locales. En la arena internacional, líderes como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, han tomado partido con una torpeza diplomática que no sólo perjudica la imagen de España, sino que mina los principios básicos de justicia. Sánchez ha acusado públicamente a Israel de ser un “Estado genocida”, mientras se alinea con actores del mundo árabe que han respaldado, directa o indirectamente, a organizaciones como Hamás.

Esta postura no sólo ignora el derecho de Israel a defender a su población, sino que representa un ejemplo clásico de doble moral: exige diálogo y condena la violencia, pero guarda silencio ante el terrorismo cuando este proviene del bando que considera oprimido. Además, el gobierno de Sánchez ha sido señalado por múltiples casos de corrupción y abuso de poder, lo que ha minado su legitimidad moral en la escena internacional. Resulta cuanto menos irónico que un líder bajo sospecha en su propio país se arrogue el derecho de dictar cátedra sobre derechos humanos y resolución de conflictos.

Mientras Israel defiende su existencia frente a una amenaza terrorista real y letal, se ve vilipendiado por gobiernos que ni comprenden la magnitud del conflicto ni han enfrentado nunca una amenaza similar. Sánchez, en lugar de abogar por una paz genuina que reconozca la legitimidad de ambos pueblos, opta por discursos ideologizados que sólo sirven para polarizar más el debate y alejar cualquier solución real.

En el día de hoy

Ni Mahmud Abás ni Pedro Sánchez pueden presentarse como promotores serios de la paz mientras sus palabras se vean desmentidas por su historial. En un conflicto donde la seguridad y la vida humana están en juego, no hay espacio para el cinismo político ni para la diplomacia de escaparate. Es hora de exigir coherencia, responsabilidad y una verdadera condena al terrorismo, sin matices ni favores ideológicos. Sólo entonces será posible imaginar un horizonte de paz para Israel y Palestina.

El camino hacia la paz pasa por la honestidad política, el rechazo sin concesiones al terrorismo, y la construcción de un futuro en el que israelíes y palestinos puedan coexistir sin miedo. Pero mientras líderes como Mahmud Abás mantengan un doble discurso -uno para el exterior y otro para el interior-, ese camino seguirá bloqueado. En nombre de la justicia, la seguridad y la dignidad humana, es hora de exigir coherencia a quienes dicen representar a un pueblo y, sin embargo, lo condenan al conflicto perpetuo.




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