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sábado, 10 de mayo de 2025

Fragmentos de Futuro: Algoritmos y Almas....Nada más importa

 


Fragmentos de Futuro: Algoritmos y Almas

“Fragmentos de Futuro: Algoritmos y Almas”

En las entrañas del siglo XXI, la inteligencia artificial alza su voz como un titán dividido: mientras multiplica sus frutos para unos, profundiza abismos para otros, y pone a prueba la dignidad humana. Frente a esta polarización tecnológica, surge el imperativo de tejer un tapiz renovado, guiado por la antropología y animado por la sabiduría de la psicología de las defensas.

Partiendo de la denuncia de la desigualdad algorítmica y del glosario de mecanismos psíquicos, este ensayo propone una fusión de conceptos que rescatan la cohesión social y la integridad del yo. La fragmentación algorítmica como disociación social.

La “inteligencia de polarización artificial” se revela como un poderoso motor de disociación global: reproduce jerarquías, aumenta la brecha entre naciones ricas y pobres, y somete al individuo a una automatización que erosiona la autonomía profesional.

Esta fragmentación recuerda al mecanismo de disociación psicoanalítica, donde la mente, ante un exceso de tensión, divide la experiencia en fragmentos estancos para protegerse de la sobrecarga.

Así, la IA actúa como espejo opaco de un self colectivo que se quiebra, dejando lagunas de confianza y generando “lagunas de presencia” en la trama social. Reproduciendo represión: la ocultación bajo el velo tecnológico.

Bajo el barniz de la innovación, muchas verdades quedan reprimidas. La supuesta disponibilidad de datos, sin verificación rigurosa, funciona como censura silenciosa: retira de la conciencia pública los matices históricos y éticos que no convienen a intereses corporativos. De modo análogo, la represión psíquica excluye de la conciencia elementos conflictivos, acumulándolos en el cuerpo y la sombra de la memoria.

La analogía es más que retórica: ambos procesos ocultan realidades, socavan la transparencia y programan un retorno traumático. Paralelamente, los usuarios introyectan valores algorítmicos sin digerirlos críticamente, aceptando modelos de productividad y éxito que nacen ajenos a la riqueza cultural local.

Esta fusión de proyección e introyección crea una coraza rígida: la “ideología cultural inmune” que defiende el statu quo y margina el pluralismo. Inspirados en Bajtín, podemos diseñar “cronotopos algorítmicos” que arraiguen cada dato en su contexto histórico-lingüístico, preservando la autenticidad de los relatos.

A su vez, el dialogismo exige que la IA responda, adapte y se enriquezca con la crítica, tal como el investigador dialoga con el otro para comprender su mundo. Hacia una ética performativa de la tecnología. Para restaurar la confianza, proponemos incorporar actos de habla -promesas, disculpas, correcciones-como rutinas sistemáticas en la IA, transformando cada interacción en un rito de responsabilidad compartida.

Esta “etiqueta performativa” evoca la dinámica de defensa del self dinámico, que reordena sus elementos para mantener la coherencia sin defensas rígidas. De este modo, la tecnología se humaniza: cada línea de código se convierte en compromiso de cuidado. En este ensayo, la IA polarizada y los mecanismos psíquicos se funden en metáfora viva: la fragmentación del self global y la protección rígida de las defensas.

Frente a esos desafíos, la antropología emergente alumbra un camino de convergencia: tejer cronotopos culturales, cultivar dialogismos algorítmicos y abrazar una ética performativa. Solo así podremos transformar los hilos dispersos de la era digital en un tapiz de solidaridad, donde la inteligencia artificial deje de ser fragmento y se convierta en tejido de humanidad compartido.



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