Investidura conjurada
La discreción, es un
velo especial, es una investidura natural, desafortunadamente vetada para
muchos, singularmente es una acción educada, distinguida, con grado y clase,
donde se logra llegar a gravitar, toda la profundidad del aroma de tu alma, reflejándose
estas circunstancias inexpresivas, temprano o tarde, en el exterior.
Porque en todo momento,
que existe y se produce un orden, existirá el respeto, nace la armonía, y se
produce la belleza y la paz que interna, e indiscutiblemente se reflejara, en todo
lo que hagas, digas, pienses o proyectes.
Sin embargo, no todas las
personas, son merecedoras de ello, y su camino, no es otro, que postularse en
el marco del conjuro, y de la conspiración, donde se sitúa, el juego de los ruegos
encarecidos, supeditando todas las sencillas instancias y desvirtuando las
autoridades, e innatas instituciones.
Dicen que estos,
arranques de conspiración, son las nuevas formas del progreso, aunque esta vez,
en algunos casos, nos los devuelven como fueron, encapuchados, tal vez avalados
por el execrable mercadeo de la UE y por los tesoros de la industria pesquera,
explotados por los 40 ladrones, que propicia avalar el reino alaouita.
Es ahora, donde podemos
referirnos, con ironía, que el velo es una distinción, que se puede utilizar
siempre, mientras que el pasamontañas, es una ficción, es un encapuchado, o especie
de preservativo, que acaba por estorbar.
Será probablemente, en este
océano vitalísimo, la próxima investidura conjurada, que sin apenas actividad, estará
dopada, como complemento edulcorante; donde a priori, quedarse quieto, no será por
pereza, ni cobardía, será por sobrevivir, porque las condenas no son eternas,
ni el cielo ganaremos por bien sufrir, y tan sólo estar preparado, sin
destruir, para cuando el viento cambie, derrumbar esta y otras hipocresías.