Sin programa o carta de Aprecio
El Gobierno, nunca deberá, invocarse como mérito, un trabajo de negociación suntuaria, para la propia
consolidación, e investidura; la precipitación o la prolongación, en el tiempo,
con independencia de que pudiere estar escrito, es donde suelen encallar y
estribar las culpas de la propia imperfección.
Dado que nunca, se
tomará el tiempo preciso, o los datos suficientes, para poder efectuar, una
definición completa, de su proceder. Y para intentar, acabar de inocularnos, y de
formarnos, una idea acerca de la noción, de la nación y su negociación, sería necesaria
una explicación reiterada, más extensa, que escueta.
Porque la doctrina, en la
citada negociación, prueba la evidencia que todas esas teorías, son producto de
imaginaciones exaltadas, que viven fuera, de la realidad. Dado que siempre luchan,
en la parte teórica, con lo imposible, y lo ilógico, y en la práctica, con actuaciones deleznables, y el más
completo fracaso.
Entendiéndose, que existen
situaciones superfluas, como las que protagonizan algunos, de la provincia de León, o bien, los aspectos de lujo, supeditados a la nueva delimitación
marítima, del país vecino de Marruecos, en un territorio que jurídicamente, tan solo, se encuentra descolonizado y así deseando absorber, el panorama de las islas afortunadas; como quiera que se planteen, estos conceptos de utilidad, son de todo punto, indispensables, primero para la seriedad, y segundo para la conservación y el
porvenir futuro de la vida individual y social de los españoles.
Esta aberración y tipo de
socialismo, que siempre es digno de anatema, porque condena al hombre, á ser mero
eslabón, de la cadena social, y que destruye, las unidades naturales de la
familia, el municipio, la provincia, la autonomía, o del estado, en provecho
de cualquier tipo de entidad absorbente y artificial, se presenta bajo un
aspecto antipático, humillando la fuerza inteligente, ante la fuerza bruta.
Decir también, que lo
único, que el pueblo siempre censurará y no se terminan de percatar, es indudablemente que todo gasto, que no
tuviese por objeto, una inmediata utilidad, porque ese lujo, es el consumo
infructuoso del tiempo, y del empleo de nuestras aportaciones dinerarias, en cosas, que solo sirven, para halagar la vanidad de unos pocos.
Completamente de acuerdo! Justificar lo injustificable por conseguir un sillón tan resbaladizo como efímero en pos de una egoísta quimera, solo alargará la agonía de todo un pueblo.
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