Verecundia de pacotilla
“La respuesta más
sincera de la vergüenza es el silencio”
Algunas estimaciones, de
la propia honra o dignidad, deberían dar paso a una suspensión de hostilidades, o a un simulado armisticio, porque de otra manera, se puede perder; luego, esa síntesis
de explicaciones, que se pretenden ejercitar, procura un inoperante e
inconsecuente abandono personal, rebajando la propia conducta.
La realidad, de la vergüenza
ajena, se suele configurar entre las personas, que la pierden, o bien la sacan;
y ante ese sobrevenido conflicto, catarse de vergüenza, sería la verdadera coexistencia,
entre majaderos y patriotas.
Dado que, en la
excelencia, del amor propio y autoestima, no deberían caber, sentimientos de
arrogancia, vanidad, y de excesos de estimación propia, porque corremos riesgos,
de adquirir, o bien, reflejar sentimientos de superioridad, que no se deben concernir,
en estas circunstancias.
Los meses, se sucederán
y se inspiran, en el resultado de estas luchas, y con cada problema que
resuelvan, con cada verdad que acepten, con cada solución, con cada
descubrimiento, dará lugar, al cierre de ese eslabón, de esta misteriosa y
quebrantada sociedad.
Así que, resulta inútil,
querer ocultar a nuestros propios ojos, la realidad y el alcance de las supuestas
nuevas, y una vez más reiteradas circunstancias de ideas, donde algunas de ellas, invaden con amenazas
y tenacidad, la belleza y limpieza de nuestro espíritu, derribando cada día
toda armonía.
En el fondo de todas nuestras concepciones sociales,
se alza la discusión, mostrando la imposible armonía,
de nuestra concepción de ayer y de hoy.
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