Gobernanza del escepticismo
casual.
Sin producirse una
noble emulación, y careciendo de sobrevenida envidia, podemos considerar, sobre los momentos y circunstancias que se estiman privilegiadas, observando el nuevo
parto, de ese precipitado talento claro y su peregrino ingenio, dado que tan sólo
produce, que nuestros conocimientos, sean sencillas representaciones, tal vez
copias de mal venidas impresiones.
El sentido esta, y
reside fuera de nosotros, y no tenemos con las circunstancias, más contacto,
que el del espectáculo, que forman las representaciones, unidas entre sí por la
casualidad.
Este principio no es
exterior, porque la representación, es decir, el conocimiento que al fin y al
cabo es un enlace de representaciones, es interior.
Con lo cual,
consecuentemente, no se producen conocimientos objetivos, todos ellos son
subjetivos, y están fundados en la casualidad, siendo esta, simplemente una
creencia, normalmente producto de un sentimiento, y este de un hábito, que
dicho de otra manera, resulta una experiencia repetida. Y es aquí, la pureza del
escepticismo.
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