Prescindir del eclecticismo
europeo
La libertad y el
derecho, es una teoría, más que interesante, seductora; cuando la libertad, se
utiliza como un procedimiento político, sin alcanzar el mérito, de formula
positiva y de definición dogmática. Donde existen muchas proposiciones
contradictorias, e irrespetos, que pretenden resolver la política, siempre a nombre de la libertad
y el derecho.
El fenómeno, que viene
llamándose Lucha por las Nacionalidades, suele aparecer, en todas las épocas, demostrándose
en el terreno histórico y con un sentido
universal, que se deben contemplar problemas más complejos, donde sigilosas potencias
económicas, desestabilizan, guían y proponen sus propias soluciones.
Dentro del concepto armónico
de las nacionalidades, en el siglo XXI actual, el equilibrio nacional, se
encuentra siempre, por encima del equilibrio europeo, circunstancias inviolables
y cuestión a no olvidar, porque nunca, se prescinde de la propia piel, así como
de la identidad, porque ya históricamente, hemos contemplado y sabemos, que ni
tan siquiera, las razas no constituyen, el único principio informante de una
nación, ni tampoco el criterio de la lengua, ni tan siquiera el elemento
natural, de la frontera, ni el hecho positivo de la historia, ni el orden
general de cultura.
Todos esos factores,
aislada y separadamente, no tienen la virtud de formar el ente nacional; porque
las doctrinas etnográficas, filológica, naturalistas e históricas, son
incompletas y deficientes por si solas. Dado que no producen, como resultante, un
ente que, con carácter y genio propio, llegue a afirmar la conciencia, y el
sentimiento de su nacionalidad.
Porque los pensamientos
federalistas, resultan perturbaciones y semilleros de guerras, es decir
aceptación de eclecticismos, porque no se ordenan ante principios orgánicos,
que se condensan ante suprema síntesis.
Resultando el
eclecticismo filosófico, en la sana significación de la palabra, la más
rebatible y perjudicial de las doctrinas.
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