El mantra de las tres
mentiras
Como decía Mark Twain, normalmente
se producen tres clases de mentiras: Las mentiras, las malditas mentiras y las
estadísticas. Y desgraciadamente la estadística es una ciencia que demuestra,
que si un gobierno miente dos veces y un ciudadano no, en realidad los dos
mentimos una vez.
Por lo general existe
un tratamiento probabilístico de la información, y estos procesos evolucionan
en el espacio y en el tiempo en forma, que si manipulamos los mismos, el
proceso predeterminístico, será parcialmente predecible. Y si por el contrario,
si la forma es determinada con la
componente parcialmente aleatoria, en sus muestras, probabilidades del evento u
observaciones y frecuencias relativas el proceso resultara estocástico.
Siempre es importante
conocer, si las observaciones que analizamos son independientes, ya que si es
así se puede obviar el orden de concurrencia, pero por el contrario, si las
observaciones sucesivas están correlacionadas, deben de usarse métodos estadísticos
más complejos, como pueden ser redes bayesianas.
Las funciones de
frecuencia de las muestras, pueden ser relativas y acumuladas, en un
determinado sentido y las funciones de probabilidad de la población, puede
habilitar una distribución acumulada o una densidad de probabilidad. Y los parámetros
de la estadística, pueden utilizar métodos de los momentos, o métodos de la máxima
verosimilitud, caracterizando un origen, una varianza o una asimetría.
La primera mentira, en
ahora los nuevos farsantes, que siguen inspirando lástima, dado tal como se ha
observado en las encuestas del <CIS>, donde con sus resultados, tratan de alterar, cambiar, variar, suprimir,
añadir, enmendar, y modificar el pensamiento de la realidad, con tanta
facilidad de que sólo viendo las acotaciones que llenan sus preguntas de la
encuesta, puede formarse una idea exacta.
Claro es que se ven
obligados a ello, por acomodarlos a la única dirección que suele llevar a sus
records, más que a una necesidad que desarrolle sus facultades, o a otra
cualquier contingencia semejante, en cuyos cambios dan a veces muestra de
ingenio.
La maldita mentira,
aparece cuando las rivalidades del oficio, muchas veces por celos y toda las demás
pasiones que desata la codicia y desata la envidia, aumentan los sufrimientos,
particularmente de los pobres e inocentes víctimas ciudadanas, obligadas a
soportar inquisitoriamente todas las variables atemporales, o fuera de lugar,
que requieren tratamiento penal diferente a discreción de la Fiscalía del
Gobierno, siendo un yugo realmente irresistible.
Y por último las estadísticas,
cuando tan sólo aparecen las mismas como si se tratara de un reparto de
ingresos, acentuando las disputas de las gentes mal avenidas y peor
acondicionadas, con la necesidad de ocultar el número de enfermos como de muertes,
acallando momentáneamente sus rencores, y desesperanzados por una realidad
espantosa.
Exigencia:"Confinamiento sin palabras"
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