Popularizar los
principios
Observamos atónitos,
como algunos gobernantes hasta la fecha desconocen si las palabras bien y mal
tienen alguna significación; si la misericordia , hacia las personas enfermas,
y personal sanitario, que nos atiende, es superior a la crueldad del
desabastecimiento y el abandono, la justicia constitucional
a la injusticia, el error a la verdad, la luz a las tinieblas; si nuestras vidas
han de tener razón de ser y han de significar algo más, que la improvisación, el
miserable instinto ciego , y poco reflexivo
del bruto, es preciso que exista una realidad humilde, sin filosofía, que
desarrolle un buen hacer, en el que las contradicciones se resuelvan en una
esplendida armonía. Pero no hay talla, porque prefieren vivir en un sumidero
mental atormentado, fomentando la división de todos.
A estas alturas,
entender lo ocurrido no alcanza nuestra razón, tampoco nuestra paciencia, pero
sin embargo llega nuestra fe, que por su naturaleza misma, procura al mismo
tiempo, que la razón, sea incapaz de comprender, y determinar las farsas
justificaciones, que se pretenden efectuar, y que se encausan englobándolo en
un problema del mundo, y sin embargo se busca la contradicción, en la acertada actuación
en el mismo origen de las circunstancias. Porque en ello reside el acierto.
Reconocemos, que
nuestro entendimiento es más poderoso, y eficaz en este orden, que nos quieren
dibujar, con datos de realidades relativas, derivadas, e inmediatas, por
decirlo así, de una trama inconscientemente delictiva, elevándose sobre los fenómenos pasajeros y
sobre la inmoralidad o la indiferencia repulsiva de la vida, persiguiendo tan
sólo la satisfacción de sus indeseables anhelos. Tan sólo por seguir dirigiendo,
aunque sea sin principios.
Ahora, se desea reclamar
como lo más esencial, aunque se siga despreciando al colaborador, exigiendo y
no por primera vez el orden de los afectos, de las pasiones y de las ideas
capitales, que debieran ser norma de esa nueva conducta, en la que nos quieren
obligar sin razón, a un porvenir desconocido.
Pero lo confesamos con
cierta tristeza, hemos escuchado la misma voz, el mismo sentido de embuste y los
mismos desafectos, sin haber logrado una enseñanza o un consuelo, donde la
mayor causa, ha sido la falta de empeño, de estímulos y de riquezas morales
para lograr mejorar la situación. Lo que les demuestra una incompatibilidad de
cualquier propuesta evolucionista.
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