Convertir en suficiente
lo personal
Todos somos proclives, a padecer sentimientos inexpresivos, que
esconden fatiga o malestar, por indefinidas e indeterminadas circunstancias
sociales, estos pormenores nos llegan a esclavizar, nuestros propios mecanismos
de sensibilidad, y defensa; normalmente suelen ocurrir en momentos determinados,
de nuestras vidas, son hechos que se sostienen, manteniendo un encubierto conflicto
con personas afines o cercanas.
No obstante, así mismo, cuando por el contrario, las particularidades
desaparecen, vuelven a recuperar y acercarse, el ritmo y el conjunto de las
circunstancias, a su estado de equilibrio natural, donde experimentaremos un
sentimiento de descanso y placer.
Porque la sensibilidad para todos nosotros, actúa como una mariposa,
que, cuando se siente o se ve perseguida, escapa más allá de nuestro alcance, pero
que, si te sientes tranquilo, puede volver y venir a posarse sobre ti.
Y esto ocurre, porque nosotros en realidad, no podemos darnos cuenta de
la existencia, de un ser insensible; porque en nuestra vida cotidiana, nos hallamos
pues reducidos a no tratar de definir la sensibilidad, y para ello, es exigencia distinguir lo insensible
de lo sensible, y que se diga, que tiene de mas lo sensible, que lo insensible.
Aunque en el proceso, observaremos, que se jugará siempre, en torno al
desequilibro que produce toda separación, dado que producirá en nosotros cierta
tensión, y el sentimiento que corresponden a las tensiones, resultaran ser, el
de la fatiga, el disgusto o el dolor.
Porque en realidad, existirán tres leyes que definen la sensación, de
resiliencia mental, unas explican la ley de degradación, donde con cierto rigor,
el mismo equilibrio no se restablece jamás, pues la impresión deja un rastro, o
experiencia, que nunca desaparece completamente.
Por otro lado encontraremos la ley de la intensidad, donde se hayan podido
obtener sensaciones negativas, cuando la caída tiene lugar, obstaculizando y desplazando
las cualidades del ser sensible sobre el medio ambiente o social.
Y por último, encontraremos la ley de la tensión de la sensación, donde
en esta última, en suerte, se puede llegar a producir la facultad, que poseerá
nuevamente, sin las presiones degradadoras y sus defectos, el ser sensible de
equilibrarse con el exterior.
Indiferencia como calidad de sensación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario