Idea de sociedad
Cada época en la vida de la humanidad, tiene el carácter que le
imprimen las ideas predominantes en ella, otorgando inspiraciones al arte,
haciendo molde a las leyes, presumiendo de normas a las acciones, e irradiando
luz a las consciencias.
Pero cada época, también tiene sus problemas, porque la inteligencia humana,
de unos y de otros, es un campo de lucha, de donde salen forjados por sus contradicciones,
y aún por sus dudas, nuevas ideas y elementos nuevos, que pugnan sin descanso,
por infiltrarse en la realidad de la vida, modificando sus creencias,
reformando usos, costumbres y leyes.
El tiempo y los años se suceden, y se inspiran, en el resultado de esta
lucha, y con cada problema que resuelven, con cada verdad que aceptan, con cada
solución, con cada descubrimiento, parece que vienen a cerrar el eslabón, de
esa misteriosa cadena del progreso humano, si alguna vez fue quebrantada, jamás
rota.
En la actualidad, en medio de la rapidez, con que suceden los
acontecimientos, se marca y define, como ningún otro momento, su carácter innovador
y reformista. Sin embargo el deseo del saber, que suele estimular a las nuevas
generaciones, no resulta muy patente, dado que ya no existe gloria, que se
conceda hoy al talento, o mejor dicho a los hombres que emergen sobre los demás,
por la mayor suma de conocimientos, ingenio o de capacidad.
Sin embargo ese porvenir, que muchos creen un sueño sin realidad
posible, es, sin embargo, la esperanza hermosa, que sostiene y nos guía, por
entre las asperezas del camino del perfeccionamiento, que elegimos para llegar
a alcanzarlo; y como el hombre de hoy, no ha realizado algunas, si no muchas
cosas, que hubieran sido sueños del hombre de ayer, parece más bella esa
esperanza, que se funda, en que la humanidad progresa siempre, y hasta la fecha
su progreso resulta indudable.
Nada podrá arrancar ya del corazón de la humanidad, la fe en esta
creencia, apoyada por la experiencia, luchando con las dificultades, y llevando
esta fe por guía y escudo, buscando siempre, celosa, y recorrerá incansable, el
sendero de la perfección a que aspira, resultando el objeto constante de su
actividad y sus esfuerzos.
Dentro siempre, del mundo material que le inspira, el hombre se ha
connaturalizado, por decirlo así con sus temores, ha reconocido la superioridad
de lo que le rodea, y se aplica a darse cuenta, de lo que ve y lo que siente;
clasifica sus observaciones, y así, como
ha dado nombre, a cada clase de fenómeno, le asigna también un lugar, en la
jerarquía que se forma, según la importancia del bien o el mal, que
inmediatamente le producen.
Y dado que todo progreso, se funda en un concepto mejor, del mundo y de
la vida, de su origen y de sus causas, en una palabra, del universo.
La idea del amor, hace constar lo que aparece;
no se pronuncia sobre lo que existe
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