La razón como solución
El hombre de nuestro siglo XXI, vive la inquietud y en la agitación;
rodeado de un conjunto de medios, de información, y de un insustituible adelanto,
y en este panorama, se observa la carencia, de verdaderos guías en lo más
esencial, y nos referimos, en el orden de los afectos, de las pasiones, y de
las ideas capitales, que deben ser norma de nuestra conducta.
Porque sostener, una recta dirección de nuestra vida, y de nuestras
acciones, consistirá aquí, en la gran necesidad de nuestros tiempos, y esta
necesidad, es la que supera a todas. Las personas que logren satisfacerlas,
quien consiga difundir, los valores de la convivencia, entre la ciudadanía, la
paz del bien en los corazones, ése será el único candidato querido y respetado.
La valentía advierte, que el error, se ha de combatir con la verdad, y
las conclusiones precipitadas o ilegitimas, que la política suele emplear ante
la sociedad, precisaran siempre, la rectificación formal y cuidadosa de sus
premisas, y deberá sostener como únicos antecedentes todos aquellos que se resalten,
como de verdadera equiparación igualitaria, entre humanos.
Resulta de todo cierto, y corresponde a mi sinceridad afirmarlo, que,
respetando siempre y acatando, cuanto es esencial, en los protocolos de la
educación, se aceptan como verdaderos muchos principios, que aun hoy, pudieran ser
consideran como difíciles de conciliar, con las diferentes capas o estratos
sociales. Sin embargo, creo firmemente que los valores tradicionales y
educativos, no pueden sufrir detrimento, por la afirmación de modas, o verdades
relativamente comprobadas, de cualquier orden que sean, y que la precipitación
en fijar los límites, de verdades naturales, puede traer graves inconvenientes.
Así mismo, resultaría pueril, negar los adelantos realizados a merced
de la observación, y experimentación en todas las ciencias, incluso las del
hombre y la naturaleza. Donde el principio de la evolución, estima el progreso
y el regreso, de cuanto en una u otra forma, para nuestros sentidos empieza a
ser apreciable, tal como se vive o se actúa, donde observamos, las sucesivas
trasformaciones del planeta que habitamos, figurando escritas en las distintas
capas de su superficie, o bien en las condiciones, que determinan nuestra
actividad intelectual y moral. Y que si bien, están limitando, la esfera de
nuestro albedrio, donde todo ello ,debe ser objeto de grave consideración, y
detenido examen.
Son tiempos, en que no resulta suficiente, en cerrar los ojos, o hacer
chistes de dudoso gusto, para contrarrestar, lo que de legítimo contiene los
resultados de la labor científica.
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