Miserias.
¿De dónde sale este doliente gemido, esa catarsis, que el aire lleva en
sus alas y que se viene prolongando en tristísimos ecos?
Las medidas, que para prevenir la miseria, pueden adoptar la persona y
la familia son, en primer término, la moralidad, la instrucción, la
laboriosidad y el sacrificado ahorro. Sin embargo, las que pueden adoptar las
autoridades competentes, unas resultaran políticas, otras son morales, muchas
de carácter económico o fiscal y algunas han de tener, un fin meramente y de
exclusividad higiénico sanitario, o de control de fronteras.
Las personas, en particular, bien solos o asociados, se elevan fundando
instituciones, y prestando como miembros de ellas, los servicios del estimulo,
del consejo y de la asistencia, dado que de todas, de estas maneras se puede
ilustrar, al que no sabe, ayudar al que no puede, rehabilitar al que ha caído,
y premiar al que ha vencido en la lucha contra la indigencia social, el vicio,
o de las imprevistas calamidades, pudiendo llegar a cooperar, si el sentimiento
de la caridad les anima, a la misión de la propia autoridad.
Pero algunos sectores, de la organización social, hasta en fecha
reciente, han sido objeto de críticas muy acerbas, en nombre de ese derecho de
democracia radical, con el que combate la actual, combinación de organización
política, representativa; donde pretenden ajar la belleza de los más puros y
delicados sentimientos, de la ciudadanía, o bien buscando persuadir, el
frecuente triunfo de la fuerza, y del continuado engaño.
Y sin darse por aludidos, infiltrando ese malvado escepticismo social
en las almas, resultando este un género de filosofía social fracasada, que
procura siempre contraponer, una sociedad moderna a la denominada sociedad
antigua, donde acumulará tan solo criticas, y también el ridículo de los
principios morales de las relaciones interpersonales o generacionales.
En vez de mejorar lo simplemente defectuoso, en el orden de las
relaciones, el socialismo, finalmente desdeñoso por la observación concreta,
pero que reitera en grandes masas y que resulta enteramente imparcial, prefiere
poner el mal social, por medio de la contraposición de unas personas a otras
personas, de una autonomía a otra.
No obstante conviene recordar, que el fenómeno social de la miseria, se
revela en los siguientes indicios y causas: donde debemos considerar las
necesidades humanas en su número, extensión e intensidad; el precio o coste de
los objetos aptos para satisfacerlas, y los medios y recursos para obtenerlos.
Es decir para satisfacer un precio en la variedad de condiciones, según la
abundancia o carestía de ellos.
Castizo evoca
el mágico conjuro
de su arte, de
la patria de las bellezas,
y radiantes de
luz y de poesía,
con sus penas
y afanes y grandezas,
su carácter,
en fin, firme y seguro.
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