La consciencia del
espíritu
Para admitir con cierto
sentimiento, la participación de la conciencia, en la actividad humana, es
necesario resaltar la posibilidad, que existan también funciones inconscientes,
observándose como algo completamente secundario, las existentes de un fenómeno
concomitantemente frecuentes, no resultando la consciencia, un factor indispensable.
Observamos que
conciencia y espíritu, no son dos términos sinónimos, que indican una misma y
sola cosa; Dado que la conciencia resulta la expresión subjetiva de la
desintegración funcional de los elementos nerviosos; su intensidad está en
proporción directa, con la desintegración de los elementos activos, y al mismo
tiempo, en proporción inversa, con la facilidad, con que cada uno de estos
elementos, trasmite á otros, la desintegración, que se apodera de él y entra en
la faz de reintegración.
Sin embargo el espíritu,
debe continuamente procurar, y hacer necesario, el mantenimiento de una
estabilidad mental y emocional, deberá reconocer inmediatamente, que cuando
usas el mal de otros, te procurará ira, y llegaras a castigarte a ti mismo; o
bien cuando utilizas un peligro imaginado, este te llenara de preocupación, y nuevamente
te engañaras a ti mismo; si tu actitud es estar enojado, será cuando usas la
culpa de otro y tan solo, conseguirás castigarte, tal como si el otro, usara tu
propia culpa.
Y estarás solo o tendrás
soledad, cuando construyas una prisión en tu corazón y únicamente tendrás
complejo de inferioridad, dependiendo como uses lo que los demás son
superiores.
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