Regulando el orden
Procuramos manifestar, la ordenada distribución de los seres humanos, y sin admirar, una definición
más clara en el fin; dado que este, resulta un término impuesto, a cuanto se
mueve y se agita, en el vasto plan de la existencia.
Ya que, en este sentido,
las leyes metafísicas, serán las condiciones de existencia, de las cosas, en
virtud de las que todo ser, es finito o infinito, sustancia o atributo, causa o
efecto.
Donde las leyes metafísicas
y los algoritmos son necesarios, con necesidad absoluta, en tanto en cuanto, su
opuesto implica contradicción; mientras las leyes físicas, tienen necesidad hipotética,
por depender, de que el mundo, continúe siendo lo que es ahora.
Siendo indudable, que
la ley metafísica se adquiere por la razón, origen de las más grandes ideas, de
las más sublimes concepciones, facultad de lo absoluto y de lo puro
incondicional, otorgándonos la ley del ser, de la esencia, de la existencia, de
la causa, del fin, de la unidad, de la identidad, de la distinción y de los
principios ontológicos obtenidos por el ejercicio de la inteligencia en su más
alto grado.
Y siempre, nuestros fenómenos
vitales, reconocen, como base los fenómenos cognitivos, teniendo como
fundamento, los actos emanados de la libertad, dirigida por la razón, sin
regular las existencias, que nos da la noción, de lo finito, de lo inmutable,
de lo eterno y de esos conceptos formados, construidos y engendrados por la razón.
La idea del orden, es el desarrollo armónico de la existencia,
de una inteligencia infinita.
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