Modus operandi del amor
Siempre he considerado,
que la supervivencia del amor, entre parejas, mantiene una relación directa del
apercibimiento de placer, y análogamente a una cuestión de medida de
sensaciones y que esta, se reflejaba especialmente, en las sensaciones de luz y
fatiga de la propia relación.
Cuando nace el amor, toda
persona, sufre sobremanera la influencia, de cuanto le rodea, incluso toda la
alteración, en la constitución propia del medio social, produciendo en ella,
una alteración correspondiente, que llamamos impresión. Y esa impresión, tiene
como causa la excitación.
Si la persona, es poseedora
de cierto sentido sensible, mediante el fenómeno psíquico, de la sensación,
responderá, mientras la alteración dura, al fenómeno psíquico de la impresión,
sintiendo en sí la modificación, que experimenta y solo ella puede saber en qué
consiste su sensación, que en principio parece incomunicable, siendo un hecho
interno. Mientras tanto la impresión, por el contrario puede ser conocida de
todos, dado que es, a instancias de todos, un hecho externo.
Si además, las personas
son conscientes, y si están dotados de cierta inteligencia, tendrán
percepciones, es decir, que se referirán en términos de generalidad, su mutua
sensación a algún objeto o circunstancia distinto a ellos, o por lo menos
concebido como tal, y que atribuyen a este modus operandi, una cualidad, la de
procurar una sensación determinada.
El equilibrio de cualquier
relación, tiende inequívocamente a preestablecerse, frente a posibles rupturas,
y en el día a día, intenta diferenciar, entre un equilibrio de tensión y un
equilibrio natural, que le provocará el sentido del conocimiento de sí mismo,
dado que los sentimientos, son siempre tan fuertes e intensos, que siempre pueden
provocar una fatiga, en la degradación y la intensidad de las sensaciones.
La sensibilidad del amor, reúne el conjunto de los sentidos.
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