REFERENCIA APICE

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domingo, 4 de noviembre de 2018

Herencias invisibles.



Herencias invisibles
Aristóteles, siempre condenó las aglomeraciones urbanas, sostenía que independientemente, que no eran compatibles con el orden público, definía que daban demasiados artistas y pocos soldados. Y Salustio, citaba el abandono de los campos, como una de las causas de la ruina de la constitución romana. Los griegos y los romanos fueron impotentes, para detener el movimiento. Y las naciones viejas se obviaron, porque ofertaron su seguridad y sus derechos desaparecieron.
Intentar dar una lógica explicación, a la juventud, sobre las herencias invisibles, que les otorgamos, es un proceso muy delicado. Si nos detenemos, a observar, por ejemplo,  la actual y existente especulación, para conseguir, adquirir, o bien, en encontrar un alquiler asequible de vivienda, uno no puede dejar de explicar, la justificación y referencia, en la existencia de los productos financieros derivados, que continuamente estimulan las ambiciones especulativas de este mercado.
Esta innovación, que  se suele señalar, y parece proceder de una incoherente gestión, de la reciente crisis inmobiliaria de la construcción, puede que no lo sea así, y sea tan sólo, un definido establecimiento, en la ampliación de la constitución de créditos subyacentes, en aras de satisfacer un montaje financiero arborescente y sobre todo una deriva especulativa perpetua; pero las fluctuaciones de carácter excepcional, volverán a procurar a la postre una nueva imaginativa crisis del sector.
Y decir cómo podríamos llegar, a esa nueva imaginativa crisis, porque es ventajoso, tan sólo, deberíamos señalar con convicción, que primero, los perjudicados en esta ocasión, no sería la extensa población, sino más bien, se encontraría en la caducidad de los rendimientos esperados, por los sectores afines, financieros empresariales, favorecidos sin riesgo.

Para lo cual, tan solo sería preciso tener voluntad social, en volver a crear y repartir equilibradamente los valores de bienestar, salud y riqueza, cubriendo las  necesidades de la nueva población y generación, siempre fijada y acorde con los salarios, y para ello, es preciso tener un programa social de vivienda, definida con un análisis neutral y serio, de los datos demográficos, y del desarrollo social y económico territorial previsto.
Las grandes ciudades, son los adornos de los estados
y desequilibran los recursos de la sociedad.


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