Necesidades reales
Diré las cosas como
son, y no he de dejarme arrastrar por debilidades o apasionamientos, que lo
mismo pudieran llevarme a un optimismo exagerado, como a un pesimismo injusto.
Aseveramos que con la cercanía
de la belleza, nuestros ojos se recrean, y este purísimo deleite contribuye a
perfeccionar nuestros instintos.
Podemos entender, que parece
ser que todas nuestras facultades, se desarrollan con la contemplación estética,
y así nuestro corazón, se abre para los sentimientos agradables y dulces,
nuestra inteligencia, logra adquirir mayor conocimiento, de la naturaleza, en
cuanto tiene de más agradable.
También nuestra
voluntad, nos inspira reglas del bien obrar, antes desconocidas, es decir, se
ensancha el circulo y la esfera de nuestros actos psíquicos, dejándonos entrever
horizontes ilimitados, tras de los cuales, se refugia la perfección, suprema
belleza, verdad y suma bondad.
Por lo que se propicia afinar,
en los conocimientos racionales, de los empíricos, del carácter de necesidad y
universalidad asignado, a los primeros, y en esta línea de penetración, se sitúa
la contemplación y aceptación de los objetos y manifestaciones, ya que unos se definirán, como
superfluos y otros como necesarios.
Y en el valor de los mismos, confluyen tres
circunstancias: su rareza, lo difícil de adquirirlos o elaborarlos y la
influencia de la moda; y estas son las manifestaciones comunes, de la
interpretación del lujo, conforme al orden individual o social, cuyo móvil, resulta
ser siempre la vanidad, y el deseo de igualar a los que tienen mayores medios.
Y aún así, vivimos sin creernos que nuestro equilibrio esta en los sentidos.
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