El carácter volátil de la racionalidad
La tecnología, como
teoría financiera contemporánea, cree afianzarse en sus tres pilares, por un
lado consigue una maximización de la esperanza de utilidad, de los actores que intervienen
en los mercados financieros, también parece conseguir alcanzar la hipótesis de
ausencia de arbitraje, e intenta mantener la eficacia de los mercados financieros.
Siendo estas las sencillas
bases, que han facilitado desarrollar durante los últimos sesenta años de
teoría y modelos económicos, sin embargo en la actualidad para poder conseguir
definir el concepto de eficiencia informacional, deberían integrar a los
procedimientos cuánticos o virtuales de la ciencia, el concepto filosófico de
materia oscura y energía oscura.
Y estas lisonjas, como
son la reciente aparición, en el escenario público, de zombis y avatares virtuales, que saben,
en un determinado momento acomodarse, en la característica del siglo XXI, de la
sociedad universalmente publicitaria y lograr expresarse, para llegar a su
asiduo público, el cuál ignorará, su inexistencia corpórea e humana y su pura
consistencia virtual.
Estas circunstancias, que
admitiremos como metáfora y propias de materia oscura, son las que se pretenden
saltar filosóficamente, con la suficiente reiteración y energía mesiánica u
oscura.
Ya no precisaremos
ampliar, la definición y el abanico de materiales inteligentes, este suceso y
experimento, responde, a lo que se puede definir, como aquellos que muestran un
efecto observable en una de sus facetas, (desde efectos termocromáticos, enrojeciendo
sus pómulos), procurándose, en este caso la similitud de la inocencia y ternura
humana, cuando es estimulada desde otra, la vanidad de la propia ética, sin
racionalidad.
De niño, recuerdo haber
escuchado, alguna anécdota espiritual, que en la actualidad denominamos de
ciencia ficción, y relacionaban que en otras eras o medidas de tiempo, se había
llegado a establecer, una dependencia muy grande sobre los supuestos avances que
hacían parecer muy agradable y competitiva la vida, digamos que pudieran ser de
escenarios, en su momento de tecnología o de sacrificio humano.
Lo curioso, es que estas mismas personas, que continuamente anecdotizaban, siempre terminaron definiendo y
contradiciendo, lo que se interpretaba respecto al periodo efectivo de la edad media, escuchando en contra de lo que correctamente se establecía,
que habían sido, una de las épocas más iluminadas y florecientes humanísticamente
hablando, con una absoluta concordia y paz espiritual.
La caducidad de la
virtualidad, no dependerá solamente de que cumpla el servicio de
entretenimiento, sino de mantenerse viable sin asumir la posición filosófica.
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