Invasión de Ideas
Acercándonos al conocimiento de similitudes vividas, llegaremos a entender,
algunas de las características y de los principios, que intentan regir, las
relaciones sociales del respeto y el orden, dado que estos pueden surgir, basándose
en la observación, de los determinados e infinitos fenómenos, que suceden en
nuestra sociedad, ya que puedan definirse por las propiedades propias, de una
ley de la naturaleza.
Y podemos aducir que se pueden recoger características, cualidades,
atributos y maneras de obrar genéricas, y que se transmiten o se implantan en
diferentes lugares, que impliquen unos principios tanto físicos, químicos,
biológicos y psicológicos durante un tiempo y en el espacio.
Aunque siempre, resulta preciso, efectuar nuestra íntima meditación y continúa
autocritica, con el objetivo y fin de esforzarnos en ser mejores, y no de
intentar aparentarlo, con la amabilidad, cortesía y buena voluntad.
Ya que en realidad, las personas
por falta de logros personales, terminan conviertiendo la envidia, como la única semilla
que siembran en su corazón. Resultando personas, fácilmente reconocibles, dado que
suelen molestarse por la satisfacción ajena. Y tan solo se sienten tranquilos
cuando contemplan la miseria de otros, resultando estéril, dar satisfacción a la
manifiesta ansiedad congénita, de estas personas.
Nuestros modos de actuar, se deberían de determinar y correlacionar, conforme
a las relaciones, con el espacio, lugar y tiempo, para cualquier tipo de fuerza,
que deba ser determinada por su naturaleza, distinguiéndose desde luego, fácilmente,
por los fenómenos que ella produce.
Sabemos que una fuerza física, daría lugar a fenómenos como gravedad,
el calor, la luz, y el magnetismo; una química a la atracción o repulsión
molecular; la biológica, determinando la vida vegetal, animal o humana y la
psicológica en referencia a la consciencia, sensibilidad, inteligencia y voluntad.
Resultando que las diferentes fuerzas y formas de obrar, pueden operar
de la misma manera, dado que combinando sus acciones, llegan a introducir una
variedad en su unidad, procurando la ley de la finalidad.
El principio de las causas finales, por su carácter trascendental,
interviene en las operaciones intelectuales y morales. Para percibir, juzgar,
razonar, generalizar, es preciso atender, y asignar un fin al acto de nuestro espíritu.
Nuestros actos, tienen el fin especial del conocimiento de la verdad, la
realización de la belleza y el cumplimiento del bien y por fin general, la
felicidad.
La extensión científica de este principio, se reduce a la determinación
de los fines individuales, y los fines especiales y generales de las cosas. Dado
que en la física, se reconcentra toda la ciencia, cuando se sabe cuál es la
fuerza, que produzca el fenómeno y la manera de obrar.
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