Non est enim potestas
nisi a deo
Para todo ser humano, el
conocimiento que posee de sí mismo y su entorno, y que denominamos conciencia, especulamos
que vendrá definido por la conjugación de tres principios, que sin percatarse,
impulsaran el eclipse del alma, así que mediante una ley física, limitaran el
cuerpo, con una ley lógica, frenaran su espíritu, y con una ley biológica, utilizaran
su voluntad.
Seguirá siendo un hecho
evidente que el hombre, que continuara distinguiéndose por su manera de actuar,
siempre ante los demás seres, tal vez sea por lo que hace llamar como
inteligencia, y así aplicando sus características, domina, avasalla, subyuga,
imponiendo su propia ley, a cuantos le rodean; por el entendimiento de su razón,
en la facultad de lo absoluto y lo puro incondicional.
El mismo, como ser
racional, utiliza el estigma de la conciencia, y mediante la reflexión, alumbra
e intenta conocer el fondo de su interior, apoderándose de los fenómenos psicológicos,
apreciando el propio pensamiento y dando sentido a la propia existencia.
Con lo cual, la
conciencia se resumirá en el conocimiento adquirido de nosotros mismos por la
reflexión, las formas, y las distinciones, y las diferencias de estas vendrán otorgadas
por nuestro estado subjetivo. Y como este estado depende de las relaciones, dependerá
de los objetos que obren sobre nosotros, de esta manera se constituirá la vida orgánica,
intelectual y moral.
Estos serán los actos
libres en la naturaleza, que buscaran el balance, los excesos y las anomalías,
suelen ser depuradas por los propios procesos de la evolución, la causalidad y
el devenir temporal. Sin embargo, no hay que esperar que “todo vuelva”, tal cual lo dicta el
Karma y mucho menos mezclarlo con las voliciones y dogmas, porque entonces no
se habrá entendido nada sobre lo que es el alma.
Inmortalizar ideales, en expresiones de vitalidad, cautivaran tu ser.
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