Rebosar Arte Bello
Haber podido
experimentar sensorialmente, en más de una ocasión, durante las circunstancias
de realizar productos, impulsos de una humana creatividad o actividad, con la única
pretensión y exclusiva afinidad de llegar a acercarse a la belleza, revelando a
mis congéneres, los métodos y la
manera de conseguir y representar una
pequeña parte de la esencia de la belleza, es lo que puede dominarse como el
rebosar del Arte Bello.
El arte de por sí, resulta
conexo a la propia experiencia de experimentar, y lo anteriormente aludido, es un fiel reflejo
de la propia existencia. Intentar dilucidar, cualquier tesis explicativa o representativa,
de una específica obra pública, procurará con o sin desconocimiento, encasillar
los enigmas de participación, menospreciando los principios mutantes en la
esfera del arte, en una determinada era o elipse gravitacional.
Dada la magnitud, de los
variados intereses y enigmas, el maese, o su artista, como seres humanos, puede
ser o no ser, la indistinta alternativa, que represente la obra; Así son los ocultos honores
de la natural creatividad, que otorga la constante dualidad, en las obras, por
un lado el artista es materia con su distinguida representación y por el otro es
el silencio del maese con la intacta inspiración de todo su espíritu.
Estas circunstancias, siempre
será posible, si se logra dilucidar, una forma que arme una idea consistente, y
consecuentemente se conseguirá, con certeza, el principio único sustancial; y
esas circunstancias constituyen la configuración, de la verdadera esencia vivificadora,
del alma anónima, del propio conocimiento.
Aunque al mismo tiempo,
se definirán que en determinados dominios, solo se corresponderán los deseos
inmateriales, aunque lo propio, es que el corazón, se desprenda durante un prudencial
tiempo, del germen de todos los afectos y reconocimientos.
La belleza se manifiesta a los sentidos,
acorde como el espíritu que la concibe,
es decir la idea, reflejando su germen, el infinito.
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