Voluntad en la Felicidad
En el universo, siempre
existirán unos ojos, que si nos miran, lograrán que nuestra alma, tiemble de
amor. Y estas son las previas causas y condiciones absolutamente necesarias, de
las que emanan, las pruebas ordinarias, dentro del orden y la armonía, de nuestro
existir ontológico.
Nuestra propia
consciencia, siempre reconoce y encuentra las razones, para tener motivo de
esperar la felicidad, en la propia medida de su mérito, relacionando una
moralidad acorde a la estructura, de su entendimiento con la felicidad.
A veces, la naturaleza
sola, no nos otorga los motivos, ni posee suficiente energía, para poner de
acuerdo la felicidad y su virtud; esta comunión solo dependerá de un escenario
soberano, que considere como propios, las causas precisas de la naturaleza y su
bondad.
Pero no sólo, son necesarias
estas causas humanas, las coincidencias deberán converger, junto con la
suposición, de que exista en uno mismo, motivos de esperar la felicidad y que la
persona que la pueda dar, cumpla nuestras perspectivas y sean la razón indispensable, en la perfección e intención de esa razón.
En realidad, la
voluntad única, en la perfección de la sabiduría, a fin de conocer el fondo de
los corazones, y sus méritos respectivos, deben corresponderse con todos nuestros sentimientos puros; Estos deben
procurar alejarse, de las indistintas falsedades, mentiras y traiciones, con el fin
de perseguir la supuesta perpetuidad de felicidad, debiéndose alimentarse con
exclusividad de la propia ternura, que antecede, a los hechos de poder amar y
ser amado. A fin, de conservar la propia libertad.
Para poder elevar la
dignidad del espíritu humano, rechazando los escepticismos y dogmatismo, deberemos
vivir en reflejo a nuestros pensamientos, y siempre precediendo haber observado,
indagado, y examinando la verdad, de cómo nos ven esos ojos ajenos.
No tengas miedo de perder
a quien no se sienta afortunado de tenerte.
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