REFERENCIA APICE

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sábado, 3 de noviembre de 2018

Vine a amarte



En el amor, saber y no saber, todo es lo mismo,
porque el fin del cariño, es el abismo.

Todos anhelamos un amor eterno, pero es preciso tener un minuto, para ver y observar, si lo que realmente queremos para nuestra vida, concuerda con lo que hacemos por ella.

Y sin mucha equivocación, dado que todos los ojos besan primero, observaremos en términos generales, que en primer término, tan solo nos fijamos y rendimos homenajes, a los únicos encantos que casualmente, suelen pasar fugaces, y que al mismo tiempo, irán eclipsando los primeros hechizos, de nuestro semblante.

Digamos que es la trasformación inconsecuente de la ley variable del tiempo; que nada tiene que ver con ese aroma permanente del espíritu, que embellece la definitiva y eterna, hermosura del alma.  

Existen algunos hechizos, que podíamos describir como poseedores, de un verdadero tacto, sensitivo de la impresionabilidad, que de pura delicadeza, llegan a ser dolorosos y enfermizos.

Pero el talento, que no resulta un indigente del espíritu, y aunque temporalmente este ciego o deslumbrado, por esa primera luz, puede llegar a resultar clarividente, aunque así mismo, desconozca las sensaciones y los goces del ardor de las pasiones humanas.

Debemos, en todo momento, saber diferenciar entre sostener una mano y encadenar un alma, puede ser el equilibrio entre mantener la inteligencia, y no someterse a la ignorancia, recordar que con falsas alegrías y emociones, nos subyuga al deseo y nos aleja del conocimiento y del pensar reflexivamente.  



 Amor ¡¡… eso que hay de común entre la mente,
lo infinito, los sueños y la nada.




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