Ofuscación social surrealista
En el área del
surrealismo, y que como poca gente deslumbra , el intentar clasificar y
diferenciar, realizando un sesgo social en las obras, en artes en bruto, o
depuradas, es producir un grave e imperdonable error, en los dominios y cánones
del arte, que son infinitos.
En primer lugar, existe
un problema de contemplación, que afecta a la naturaleza misma, y es que aunque
no seamos conscientes, todas las personas están dotadas, de más o menos una
inteligencia y un juicio estético, que analizara los caracteres de la belleza
de la obra.
Si la obra ejerce sus principios,
contendrá belleza, y ahí es donde reside y refleja su ideal, que será su
expresión, proyectando el principio interno que nos remontará al infinito,
fuera de nuestra personalidad. Como la propia naturaleza.
Si por el contrario, tenemos ante nosotros la visión de una obra, que nada nos dice, ni nos revela,
ni nos hace sentir nuestro alma, en lo que tiene de inmaterial, ni nos da una
idea, que despierte el pensamiento para analizarla, nuestro juicio estético, tan
solo descubrirá que allí no reside la belleza.
Podrá ser la obra útil,
podrá ser bonita, podrá ser agradable, pero no será bella y donde las causas no
existen, los efectos no pueden manifestarse, ni resaltar.
El arte posee la magia
del poder transportarnos a un mundo ideal, a lo infinito, cual la creación. Las
obras, nos sugieren contemplar esa armonía, que en los seres y en la naturaleza prevalece.
Y La naturaleza como continuidad del arte, es enigmática, siempre deja algo que
adivinar y descubrir.
Aunque el arte auxilie a la ciencia, es independiente de ella.
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